por Ana Luisa Fischer*
La Vanilla planifolia, comúnmente conocida como vainilla, que crece en forma de enredadera, es la única orquídea que se aprovecha con uso
comercial y tiene un origen muy antiguo. Se sabe que los aztecas la utilizaban
antes de descubrirse el nuevo mundo para perfumar el cacao. Cortés, el
conquistador de Méjico, tomó por primera
vez con el emperador Moctezuma, chocolate perfumado con vainilla. A pesar de
las precauciones de los mismos por
guardar en secreto el principio del perfume de esta bebida, fue descubierto y desde comienzos del siglo XVI se llevaba
a España entre otras riquezas. De allí
pasó a Francia en 1812 pero se desarrollaron sin dar fruto. En Méjico se
fecundaba naturalmente con la intervención de las abejas Trigonas y Meliponas
que liban las flores, ésta especie no existe más que en América Latina.
El
botánico belga, Morren (1807-1858) inspirándose en los trabajos sobre la fructificación de las orquídeas
logra obtener en 1836, la polinización de la vanilla en los invernaderos del
jardín botánico de Lieja. Dos años más tarde, Neumann, jefe de los invernaderos
del jardín del rey en Paris repetía la experiencia.
Un joven esclavo de 12 años
de la Isla Reunión, Edmond Albius, que trabajaba como jardinero en una
plantación, en donde habría aprendido de su maestro Bellier la fecundación
artificial de las calabazas (Joffiat), tuvo la idea de fecundar la vanilla
poniendo en relación los órganos macho y hembra de esta orquídea en 1861. Con
esto perdió Méjico el monopolio de la producción de vanilla y Edmond
Albius enriqueció a una parte de los colonos de la Isla Reunión y
luego, los colonos de Madagascar y de Las Comores.
*orquideófila, autora de libros y capacitadora sobre el cultivo de orquídeas.
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