domingo, 9 de agosto de 2015

Brassavola nodosa: la novia del pescador

por Eduardo A. Pérez-García*

   El pánico que produce una hoja en blanco antes de escribir, se magnifica cuando se sabe que es muy probable que lo que se escriba no sea un buen aporte. En ese sentido, escribir sobre una de las especies más conocidas y cultivadas de América tropical hace que estas sensaciones se incrementen. Lo paradójico del asunto, es que a pesar de la gran popularidad Brassavola nodosa (L.) Lindl. todavía quedan interrogantes sobre su correcta clasificación taxonómica.

   Antes que nada, habrá que clarificar algunas cuestiones que tienen que ver tanto con la identidad específica como la delimitación taxonómica del género. En un inicio, a la Brassavola nodosa se le clasificó en 1753 como Epidendrum nodosum L., debido a que en la época de Linneo casi todas las orquídeas epífitas de América recibían ese nombre, ya que significa “encima del arbol”. En particular, la planta que dio origen a esta especie fue colectada en la Península de Barú, en frente de Cartagena de Indias, Colombia, y fue descrita por el famoso naturalista sueco Carlos Linneo (Carl Nilsson Linæus), en su gran obra Species Plantarum (2: 953, 1753). El epíteto específico proviene del latín nodosum el cual significa “con nodos”, y al parecer hace referencia a que las flores están articuladas en partes.


   Tiempo después y a partir de otra especie relacionada, en 1813, Robert Brown creo un nuevo género, Brassavola R.Br. Este género fue dedicado al médico y botánico italiano Antonio Musa Brassavola (1500–1555). Para la creación del género R. Brown usó como especie tipo al Epidendrum cucullatum L., de tal forma que su nombre se modificó a Brassavola cucullata (L.) R. Br. Este nuevo género resultó mas apropiado para situar al Epidendrum nodosum, por lo que John Lindley lo transfirió en 1831 y de allí resultó el nombre más común que conocemos hasta ahora: Brassavola nodosa (L.) Lindl. (The Genera and Species of Orchidaceous Plants, 114-115).

   En 1905 el botánico inglés Robert Allen Rolfe (1855–1921) consideró que las especies del género podrían agruparse en tres diferentes secciones. La primera sección de ellas, la Grandiflorae, correspondía a un grupo de especies mesoamericanas de flores grandes (Brassavola digbyana y B. glauca). La segunda sección, Sessililabia, fue creada para albergar a la especie tipo del género (B. cucullata). En la tercera sección, Cuneilabia, se incluyó a B. nodosa, y se caracterizan por que la base del labelo es estrecha, similar a un tubo.


   La sección Grandiflorae fue separada del género Brassavola por Friedrich Richard Rudolf Schlechter en 1918 (1919) y se creó al género Rhyncholaelia. Este género contiene a dos especies ampliamente reconocidas R. digbyana y R. glauca; de hecho todavía algunos híbridos derivados de éstas se consideran como Brassavola, como muchas de las Brassocattleya o Brassolaelia de flores grandes y labelos fimbreados. Actualmente, se acepta que Rhyncholaelia es un género diferente a Brassavola, y que ambos son válidos.

   Debido a que el género Brassavola se basó en B. cucullata, en caso de que exista alguna otra escisión del género, la sección Sessililabia siempre se quedará como las verdaderas Brassavolas. No sobra mencionar que hasta hace poco se clarificó que dentro de B. cucullata en realidad había dos especies mezcladas. Las verdaderas B. cucullata se distribuyen en las Antillas Menores, Venezuela y Colombia, presentan 8 polinios y el ápice del lóbulo medio del labelo es un poco más corto que el de su especie hermana, B. appendiculata A. Rich & Galeotti. Esta segunda especie se distribuye más al norte, desde Nicaragua hasta el norte de México (San Luis Potosí y Tamaulipas?) en la vertiente del Golfo de México.


   Recientemente, F. Archila, G. Chiron y D. Szlachetko (2013) decidieron separar de Brassavola a la sección Cuneilabia, y crearon un nuevo género denominado Javieria. Para estos autores, este género tendría seis especies incluyendo a J. nodosa, junto con J. acaulis, J. grandiflora, J. rhopalorrhachis, J. venosa y J. xerophylla. No obstante, este género todavía no ha sido muy aceptado por los aficionados, y por ello considero que para los fines de este trabajo es mejor seguir utilizando a Brassavola para las especies de la sección Cuneilabia.

   Con este asunto de los cambios de nombres de los géneros, así como los diferentes criterios para diferenciar a las especies, es complicado definir cuántas especies hay en el género Brassavola. Podemos considerar que tiene entre 15 y 20 especies, las cuales se distribuyen desde México (Tamaulipas en el Golfo de México y Nayarit en la Costa Pacífico) hasta el norte de Argentina (Corrientes). Es un género muy tropical, propio de las tierras bajas como manglares, matorrales costeros, selvas caducifolias, subcaducifolias, selvas ribereñas y selvas amazónicas inundables, así como en encinares es tropicales.


   Debido a que la especie de interés de esta nota pertenece a la sección Cuneilabia, nos podemos centrar en este grupo y aún así todavía es incierto cuántas especies hay en este grupo. Particularmente, alrededor del nombre de Brassavola nodosa giran varios nombres y no es muy claro si en realidad existen varias especies o si se trata de sólo una pero muy variable. En general, las plantas de este grupo son epífitas, tienen tallos delgados y circulares (teretes) y en su ápice presentan una sola hoja rígida y carnosa (suculenta). Las inflorescencias son racemosas, es decir que no ramifican, y presentan de 1 a 6 flores cada una. Las plantas y las flores de B. nodosa son muy variables en tamaño y forma, y esto ha ocasionado a que se hallan reconocido algunas especies o variedades diferentes. Además de la variedad tipo (var. nodosa) se han propuesto a las siguientes variedades: Brassavola nodosa subsp. cordata (Lindl.) N.H. Williams, Brassavola nodosa var. grandiflora (Lindl.) H.G. Jones, Brassavola nodosa var. rhopalorrhachis (Rchb. f.) Schltr. y Brassavola nodosa var. venosa (Lindl.) H.G. Jones. Los caracteres más utilizados para diferenciarlas son si las hojas son teretes o algo aplanadas, completamente verticales o algo curvadas, el tamaño de las plantas y las flores, y la forma general del labelo, entre otras. Sin embargo, no es muy clara la existencia de patrones consistentes entre las diferencias florales y vegetativas que correspondan con áreas geográficas bien delimitadas y separadas espacialmente. Por este motivo, para muchos autores casi todas las especies propuestas dentro de este grupo son consideradas como sinónimos o taxones subespecíficos de B. nodosa.


   En este sentido, Brassavola nodosa (sensu lato) tiene una amplia distribución en América del Norte y su distribución llega hasta el norte de Sudamérica. Habita en México (Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Oaxaca?, Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo), Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela (¿Guyana, Surinam y Brasil?). Su intervalo altitudinal va desde el nivel del mar hasta los 500 (800) m s.n.m.

   Esta especie es muy cultivada a lo largo de todo su intervalo de distribución, y también fuera de él. Esto es debido a que presenta unas flores blancas, como estrellas, muy bonitas y de fácil cultivo. Pueden llegar a florecer durante casi todo el año, aunque algunas tienen un pico de floración en octubre (particularmente las del estado de Campeche, en México). Se han utilizado mucho en hibridación, produciendo híbridos muy vigorosos, que florecen casi todo el año, y producen plantas amacolladas en relativamente poco tiempo. Los pétalos delgados y el labelo amplio son características que suelan heredar a su progenie. Lamentablemente las flores de , Brassavola nodosa, no tienen una muy buena textura y no funcionan como flor de corte. No son muy variables en cuanto a color, pues prácticamente todas son blancas, muy típico de las flores que son polinizadas en las noches por chupamirtos (polillas nocturnas del grupo de los esfíngidos).


   Las flores de Brassavola nodosa son muy fragantes durante la noche, y de allí derivan algunos de sus nombres comunes, como “huele de noche”, “huelenoche”, “dama de noche” (Lady of the night). Para mi que todo iba bien hasta que apareció el último nombre. No es trivial, porque el nombre de “dama de noche” es quizá el más usado, tanto en México, como en los Estados Unidos de Norteamérica. En lo personal este nombre no me gusta, pues me hace pensar que refiere a una mujer de moral distraída y la verdad es que no se me hace justo para una flor que tan bonita y que a mi juicio se ven tan puras y delicadas. Como está en nosotros mismos cambiar nuestras historias y nuestros juicios, creo que mejor podemos crear un nombre que refleje algo más de su verdadera identidad. Quizá antes de emitir un juicio tendremos que saber el porqué una dama lanza un tierno beso al mar por la noche y este es transformado en un dulce aroma. Si quieres lo quieres saber, esta historia habrás de leer.

   Hace mucho tiempo, en un gran banco de arena situado al final de la desembocadura de caudalosos ríos y de una gran laguna costera, donde la tierra no termina de ser tierra para convertirse en océano, vivían Ana y Miguel. Ellos habitan una pequeña villa de pescadores, entre playas de conchas marinas, esteros y manglares, era en la paradisíaca Isla de Tris. Ana, era una hermosa mujer que se había enamorado de Miguel, un pescador hijo de un pirata, era apuesto, vigoroso y con gran coraje para realizar sus metas. Él le correspondía al amor de Ana, la amaba como nadie y formaron una apasionada pareja. Un día, Miguel salió al mar, pero un sorpresivo huracán de octubre hizo que nunca más regresara. El sufrimiento de la hermosa dama fue épico, incluso todavía ahora se canta sobre ello (Naturaleza muerta, Mario Frangoulis www.youtube.com/watch?v=GsGwAfj2se4).


   La novia del pescador se quedaba por horas, días y noches a la orilla del mar; se decía que era de piedra, que era una estatua de sal y que sólo tomaba agua para poder seguir llorando. Sus llamados a Miguel se perdían entre las olas que rompían en la playa, pero ella insistía, buscaba la forma de que sus llamados se oyeran más allá de la rompiente de las olas. Por la noche sacaba un pañuelo blanco, lo agitaba para que se pudiera ver a lo lejos, Ana lo usaba como un pequeño faro, más que de luz, era de esperanza. Los días pasaban y Ana no flaqueaba. Así pasó mucho tiempo, hasta que un día llegó un extraño caracol a la playa, ella caminó hacia el y lo tomó. Con delicadeza lo levantó, por un instante lo detuvo en su pecho y suspiró, luego lo colocó en su oreja. Ana, cerró los ojos y pudo oír, bueno en realidad hizo más que eso, ella.... escuchó al mar. Sí, escuchó a ese perverso, sanguinario y odiado enemigo que le había quitado todo. Sin embargo, ella se quedó quieta y puso atención. El mar le contó que él nos presta el agua que da la vida a la tierra, se la da al viento para que la lleve tierra adentro, pero que se queda con la sal porque es necesaria para sus hermosas criaturas marinas. Sin embargo, le contó, que a veces es necesaria algo más que una suave brisa marina para dar vida más allá de las montañas, y se requiere algo de vigor y coraje. A la hermosa Ana se le escurrían las lágrimas, y aun con lo ojos cerrados pudo ver hermosas flores creciendo entre espinas en el desierto, berrendos, liebres, coyotes, y muchas otras criaturas del desierto vivían gracias al huracán. También, pudo ver muchas caras felices entre los habitantes de las zonas áridas y semiáridas del país. Puedo ver que el huracán que mató a Miguel, fue el mismo que llevó una más que valorada provisión de agua al desierto. Una moneda de vida de dos caras opuestas.


   Ana entendió que el mar había cobrado una vida por toda que la da, pero también comprendió que fue sólo cobró una vida y no tenía que pagar dos. Así que decidió continuar con su vida, sus sueños y sus metas. Así, ella tomó un gran respiro, tomó su pañuelo y secó sus últimas lágrimas y le lazó el más dulce de sus besos, después lo amarró en la rama de un mangle viejo que crecía enfrente del océano. El mar le preguntó que si era una muestra de perdón, y que si lo dejaba para el olvido. Ella le dijo: sí es para el perdón, pero que para ese gran amor no habría olvido. El dolor era una cara de la moneda, la otra era todo lo maravilloso que había vivido. La moneda del amor también siempre tiene dos caras y no existe con una sola. Ella prosiguió hablando y le comentó al mar: amarro el pañuelo para que quede como un faro por si un día Miguel vuelve, ni mi amor, ni la esperanza van a terminar aquí. Terminando de hablar, Ana dejó el caracol en la playa, tomó su camino y se fue para siempre de aquel lugar. Sus pasos quedaron marcados sobre la arena en ese maravilloso y largo atardecer de Playa Norte.

   El mar vio al pañuelo en la rama del mangle, recuperó su sal y liberó el agua al aire. Tuvo algo de compasión y lo transformó en bellas flores de octubre, como pequeñas estrellas que guíen en la noche o delicados faros de esperanza. En recuerdo de los gritos ahogados en las olas de Ana, le dio un aroma por las noches, como el dulce beso al atardecer que ella le brindo al pañuelo. Ahora cuentan, que sólo los afortunados, lo elegidos del mar, podrán ver en la flor los pequeños puntos que indican donde estaban los cristales de sal en el pañuelo.


Literatura consultada
Archila, F.; G.R. Chiron y D. Szlachetko. 2013. Javieria un nouveau genre d'Orchidaceae néotropicales. Richardiana 14:91-101.
Noguera-Savelli, E. 2010. Revisión del género Brassavola R. Br. (Orchidaceae) para Venezuela. Ernstia 20:169-192.
Noguera-Savelli, E. y D. Jáuregui. 2011. Anatomía foliar comparada y relaciones filogenéticas de 11 especies de Laeliinae con énfasis en Brassavola (Orchidaceae). Rev. Biol. Trop. 59: 047-1059.
Jones, H.G. 1973. Synopsis of Middle American Brassavola. American Midland Naturalist. 89(2):499-503.
Jones, H.G. 1975. Nomenclatural revision of the genus Brassavola R. BR. of the Orchidaceae. Ann. Naturhistor. Mus. Wien 79:9-22.
Rolfe, R.A. 1902. The genus Brassavola. The Orchid Review 10:65-70.

Schlechter, R. 1919. Die Gattung Brassavola R. BR. Orchis 13:41-59.


*Doctor en Ciencias. Profesor en el Departamento de Ecología y Recursos Naturales, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., México. Presidente de la Asociación Mexicana de Orquideólogía.


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